
La primera vez que me teñí el cabello rojo fue en 2018 cuando estaba lista para mudarme a la CDMX y cumplir mi sueño chilango. La más reciente fue hace menos de 1 mes en una visita a Colima sólo para añadirle emoción a mi salida nocturna.
Quienes han elegido este color saben que la mayoría de las veces hay un significado importante detrás de la decisión, y que la sensación que trae consigo el cambio simboliza totalmente al fuego. A veces por las ganas de ver encendida la energía que no puedes contener y otras como pretexto para enfrentar lo que quema y acallas por dentro.
Lo divertido del tinte fogoso es que se vuelve memorable y eso facilita asociarlo con momentos únicos. Durante tres años esta paleta de pantone ha marcado mudanzas, reinvenciones personales, pitches exitosos, bienvenidas, despedidas, duelos, reencuentros, firmas de contratos, nuevas aventuras y autodescubrimientos.
Y aunque próximamente le daré un merecido break por la baja posibilidad de mantenerlo radiante en mi etapa nómada, creo que ha cumplido muy bien su función. Así que quien quiera un cambio post-pandémico con look rojo ardiente, considere esta la señal para hacerlo en caliente.
Por Claudia Gutiérrez Montaño (Klau gtz)