
En una pandemia de encuentros, desencuentros y reencuentros,
la nostalgia cobra fuerza y la incertidumbre nubla la objetividad
…y está bien.
Porque esta crisis ha dejado a tantas almas perdidas,
que se han vuelto necesarias las visitas al panteón.
En ocasiones con flores o veladoras,
y otras con los propios fantasmas como acompañantes
…y está bien.
Porque a veces uno no busca repeticiones sino respuestas,
y voltear hacia atrás puede darnos esa perspectiva.
Regresar al pasado sin juicios confirma en dónde nos paramos hoy,
lo que hemos cambiado y las expectativas que abandonamos
…y está bien.
Porque aunque lo ideal en un reencuentro fantasmal es salir del purgatorio,
también se vuelve satisfactorio lograr desmontar un altar.
Por Claudia Gutiérrez Montaño (Klau gtz)